La sabiduría de los niños

Se habla mucho de la sabiduría de nuestros mayores y en ningún caso intento quitarle importancia a los buenos consejos acerca de la vida que pueden trasmitirnos con palabras que se basan en la experiencia, en una vida de aprendizajes, de aciertos y errores, pero lo que me gustaría en este post es poner en valor la cantidad de aprendizajes que de manera instintiva pueden enseñarnos los niños. Ellos tienen una sabiduría innata que se pierde a través del paso de los años.
Los niños saben disfrutar cada momento como algo único.
¿Recordáis el fantástico anuncio del niño con el palo de Limon&Nada? Aparte de ser un anuncio genial que ha conectado con muchos de nosotros por su sencillez, muestra la facilidad con la que un niño se ilusiona con algo tan simple como un palo. Este es un ejemplo un poco extremo de lo que quiero decir, pero si os fijáis, los niños disfrutan de cada momento, son capaces de saborear cada instante como algo irrepetible. Realmente disfrutan lo que hacen, y si no os lo creéis, fijaos con que satisfacción disfrutan los niños cuando se comen una golosina. 
Aprovechan todo su potencial creativo.
Todos hemos sido niños alguna vez ( aunque algunos todavía mantenemos gran parte de esa niñez) y me gustaría que intentaseis recordar lo fácil que era imaginar aventuras con una simple caja de cartón. Los niños tienen una creatividad innata que hace que puedan ver aquello que no existe y articularlo en su mente para que pueda ser real. Tienen la capacidad de no limitar su mente, de no dejar que su imaginación pueda ser influída por normas (incluso físicas) con lo que son capaces de ver cosas que no son, pero que podrían ser… Las personas visionarias utilizan en su mente los mismos procesos que un niño cuando imaginan algo que no existe.
Tienen una facilidad innata para las relaciones
Seguramente recordaréis lo fácil que era comenzar a jugar con otro niño cuando erais pequeños. No necesitabas tener ninguna razón para ponerte a jugar con otros, te daba igual su sexo, edad o raza o estatus social, sólo te importaba jugar. Los niños no encuentran ninguna dificultad para establecer relaciones, simplemente, las establecen, no prejuzgan, ni se crean opiniones acerca de otros niños como hacemos los adultos. 
Son optimistas por naturaleza
Los niños siempre ven una oportunidad en donde un adulto ve un problema. Para un niño, un charco de agua es una oportunidad de diversión y no un problema como lo vería un adulto. Cualquier adulto estaría muy preocupado por evitar que sus zapatos se mojarán (¡vaya incordio!) mientras que un niño estaría ansioso por aprovechar ese charco para saltar dentro de él, mojarse y convertir ese problema en una oportunidad para divertirse.
Tienen una curiosidad que les hace aprender con mucha facilidad
La típica pregunta de cualquier niño ante una situación cualquiera es ¿Por qué?.  Cuando un niño empieza a preguntar ¿por qué? te va a ser muy difícil que con una simple repuesta le puedas ayudar. Tienen una curiosidad tan insaciable que pueden estar preguntando horas. Esa curiosidad les permite estar aprendiendo continuamente. 
Son mucho más intuitivos y menos racionales
Los niños son mucho más intuitivos que los adultos ya que no están tan influenciados por la educación que los adultos hemos recibido en nuestra vida. Los niños no tienen que demostrar que sus comportamientos son racionales, tal y como se espera que haga un adulto, y eso coharta la intuición que en muchos casos es más útil que la razón.

En resumen, tenemos mucho que aprender de nuestros pequeños ya que, aparte de ser una fuente de inspiración para sus padres, tienen una sabiduría innata que nos puede enseñar muchas cosas que nos haría mucho más fácil nuestro día a día.

Por último, os dejo una frase de Frederich Nietzsche que dijo «La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con que jugábamos cuando éramos niños» 
¿Volvemos a ser niños?
Yayo

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